Desde tiempos inmemoriales la raza humana s
e ha enfrentado a peligros constantes. El riesgo de la salud por la contaminación ambiental es un factor inevitable de la vida. La probabilidad de sufrir daño es una cuestión de tiempo y aunque las sociedades industrializadas hayan desarrollado capacidades para minimizar y evitar el riesgo, no es lo mismo en los países subdesarrollados.
De lamentable notoriedad son los basureros. Éstos son el foco de enfermedades tanto visibles como invisibles o latentes. Las primeras podemos verlas
en una sala da emergencias donde los médicos luchan contra la muerte con éxito o sin éxito. En cambio, cuando se trata de enfermedades latentes, sin síntomas, que no requieren la sala
de emergencias pero aparecen años después bajo la forma de trastornos genéticos o mutaciones que se manifiestan cuando nace una segunda o tercera generación, abortos espontáneos y malformaciones congénitas, son las más preocupantes, porque es muy poco, o casi nada, lo que se puede hacer para corregir el daño. La madre gestante que fuma no recibe la suficiente oxigenación para sí misma y mucho menos para el feto, el cual, sufrirá, casi inevitablemente, los efectos de la hipoxia, con la secuela de problemas neurológicos. La lista sería interminable.
En el caso de la contaminación ambiental propiamente dicho, incluye tanto a los seres vivientes como a la naturaleza. Si hay un derrame de gasolina en el subsuelo, se contaminarán los mantos acuíferos de la misma forma que la basura acumulada en La Chureca continuamente contamina el agua del Lago de Managua y todos los mantos acuíferos a su alrededor. Sucede lo mismo en los basureros de todos los pueblos y ciudades.
Todos bebemos agua, respiramos el aire, comemos carne e ingerimos productos de cultivo. Éstas son las fuentes de contaminación. Podemos determinar quién o quiénes están a riesgo de sufrir daños y hacer el tratamiento adecuado. Un ser humano adulto tiene un peso promedio de 70 kilogramos (154 libras), ingiere un promedio de dos litros de agua por día, respira 23 metros cúbicos de aire diario y consume carne en cantidades variables. Sabiendo cuanto contaminante hay en el aire, agua y la comida, se puede calcular la cantidad de tóxico que un individuo ha ingerido en términos de población. Si se analizara el tolueno, un componente orgánico que se encuentra en los derivados de petróleo y algunos pegamentos, se puede calcular la dosis ingerida y estimar el riesgo de cuántos van a padecer problemas hematológicos, lo cual representará una carga económica al sistema de salud. La carne de pescado contaminado con mercurio tiene efectos neurológicos irreversibles, como fue el caso de la Bahía de Minamata, (Japón) en la década de los cincuenta.
Si el ambiente está contaminado no puede haber salud. En 1948 la OMS definió el concepto de salud afirmando que no solamente es la ausencia de enfermedades, sino que el bienestar físico y social. Un ambiente contaminado no puede darnos una tranquilidad física adecuada ni mucho menos una social, más bien causa enfermedades que son, casi en su totalidad, prevenibles. Un ambiente contaminado no solamente causa problemas en el ámbito inmediato sino que a toda la sociedad. La salud ambiental es un serio problema de los países subdesarrollados y una preocupación para los industrializados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario